Valle del río Dordoña

El valle del Dordoña atrae a los turistas por su apacible belleza, la luminosidad y diversidad de sus paisajes, sus pintorescos pueblos, ciudades, sus mundialmente conocidas cuevas y grutas con pinturas rupestres del hombre primitivo.

El río Dordoña es uno de los más largos y bellos de Francia. Fluye por el suroeste de Francia, nace en los montes de Auvernia y desemboca en el Garona, con el que forma una desembocadura común: la Gironda. Su longitud es de unos 500 kilómetros y su cuenca hidrográfica de 23,4 mil kilómetros cuadrados. En sus tramos superior e inferior discurre por el Macizo Central francés, y en el inferior, por la llanura del Garona. Atraviesa los departamentos Puy-de-Dôme, Correze, Lot-et-Garonne, Dordoña y Gironda. Es uno de los pocos ríos con mareas propias. Es un río muy caprichoso: tanto en la montaña como en la llanura, mantiene un caudal muy rápido, pero su intensidad varía. Las frecuentes lluvias en invierno y el deshielo en primavera provocan inundaciones, casi todos los años, que pueden ser catastróficas. La mejora del valle superior mediante la construcción de presas permitió regular su caudal. Es un río navegable. Los marineros han vivido de la navegación durante siglos, a pesar del gran peligro. Los barqueros utilizaban barcazas: estas grandes embarcaciones, que se utilizaban más bien en el descenso, transportaban viajeros y mercancías diversas, entre ellas remaches de roble para la industria de fabricación de fardos de Burdeos. La travesía estaba llena de sorpresas, y los marineros debían aplicar técnicas especiales de gobierno. En cuanto las barcazas llegaban a su destino, se desmontaban en tablones y se vendían.

Las orillas del río son muy pintorescas: altos y escarpados acantilados costeros -rojos y grises- plagados de innumerables cuevas y grutas, sustituidos por colinas bajas, laderas y llanuras. Pequeñas casas con una sola pared frontal y la vertiente delantera de un tejado de tejas se aferran a las rocas. Muchas generaciones de personas cambiaron en estas viviendas de piedra. Cuevas y grutas con pinturas rupestres, situadas en el departamento de Dordoña, atestiguan la presencia de pueblos primitivos hace unos 30 mil años. Está la famosa Grotte de Lascaux (Cueva de Lascaux), yacimiento del hombre de Cro-Magnon con hermosas pinturas rupestres que conocemos por los libros de texto escolares.

A lo largo de las orillas del río hay antiguos castillos, pintorescos pueblos e iglesias. Por ejemplo, el castillo de Castelnaud domina la escarpada y pintoresca orilla izquierda del Dordoña, y frente a él, en una colina, se encuentra el castillo de Beynac, que perteneció a Ricardo Corazón de León. Estos dos castillos se alzan aquí desde hace casi mil años, un largo tiempo parte integrante de la eterna disputa entre Inglaterra y Francia. En la Edad Media, la Dordoña era una frontera militar: el castillo de Castelnau pasó a manos de los vasallos de Inglaterra, mientras que Beynac permaneció leal a la corona francesa. Y aunque los protagonistas de aquellos lejanos acontecimientos hace tiempo que desaparecieron, estos dos castillos aún continúan su interminable enfrentamiento, como desafiando al olvido del tiempo, siendo un buen recordatorio para el hombre de la insensatez de su sed de poder y vanidad.

La variedad y belleza de sus paisajes hacen de su valle una ruta turística de capital importancia. Nace al pie del Puy de Sancy, el punto más alto del Macizo Central. Su rápido curso atraviesa las cuencas de los Montes Dore y La Bourboule, pasando rápidamente por rocas volcánicas que son sustituidas por granito lemosino. El valle se ensancha poco a poco, alcanza las llanuras de Guienne cubiertas de viñedos y luego se une al Garona, que le iguala en potencia.

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