Extendida a orillas del río Garona, cerca de la costa atlántica, Burdeos es uno de los mayores puertos de Europa, un importante centro comercial y cultural, y la capital mundial de los vinos añejos. Es un monumento arquitectónico único, a menudo llamado «el pequeño París». Víctor Hugo dijo de ella: «Burdeos es una ciudad interesante, original y quizás única. Tome Versalles, mézclelo con Amberes y obtendrá Burdeos».
Nacida como asentamiento celta tras la conquista de la Galia por los romanos, Burdeos se convirtió en la capital de Aquitania. Fueron los romanos los primeros en plantar vides en la tierra, prefigurando la historia de Burdeos y su futuro. Durante la época de la dominación inglesa (1154 – 1453), la ciudad comenzó a prosperar gracias a la exportación de vino a Inglaterra.
Estos acontecimientos históricos dejaron huellas indelebles en todo el aspecto arquitectónico de Burdeos. El Palacio Gallienne y las ruinas del anfiteatro romano reflejan la época galo-romana. La época medieval está representada por numerosas iglesias bien conservadas, las más famosas de las cuales son Saint-Seurin y Sainte Croix. La influencia gótica es especialmente evidente en las iglesias de Sainte Eulalie y Saint-Michel. Pero el estilo arquitectónico predominante en Burdeos es el neoclásico del siglo XVIII, con amplias calles, parques y plazas, la mayor de las cuales -la Esplanade des Quinconces (Explanada de los Quinconces)- ocupa casi 12 hectáreas. Y la joya y principal atracción de la ciudad se considera Le Grand Theatre, en la Place de Comedie. Se sabe que la belleza y perfección de este edificio sirvió de modelo al arquitecto Garnier a la hora de diseñar la Ópera de París.
En general, Burdeos parece más bien un decorado exquisito. Tan proporcionadas son sus proporciones, tan bien pensados los detalles, tan exquisitas las celosías de los balcones y las curvas de las decoraciones de las casas. Aquí, la Edad Media se contrapone a la arquitectura estéticamente verificada del siglo XVIII, bañada por el sol aquitano e impregnada por el ancho cauce del Garona. La ciudad es en gran parte peatonal. En ella encontrará extraordinarias fuentes, por una de las cuales podrá pasear y admirar los reflejos de la arquitectura que aparecen en ella y los arco iris que hay sobre ellas, casi los tranvías más bonitos de Francia, exquisitos restaurantes y tiendas……
Los amantes de la pintura deben visitar el Museo de Bellas Artes (Musee des Beaux-Arts), donde se recogen obras de pintura de los siglos XVIII-XIX, entre ellas obras de Tiziano, Rubens, Delacroix, Corot y otros.
Paseando por el centro histórico del barrio de San Pedro, también podrá visitar el Palacio Rohan, el Museo Arqueológico, el Museo de Artes Decorativas y el Museo de Historia de Aquitania.
Y el mercado de la Place des Grands Hommes es como un inmenso puesto gastronómico digno de Gargantúa. Aquí encontrará todo tipo de productos para satisfacer los gustos más refinados de cualquier gourmet. Se trata de las famosas trufas francesas, una enorme selección de quesos, paté de hígado de oca y otras delicias locales, que podrá degustar con placer con vinos de bodegas locales de marcas como Medoc, Bleuet, Bourget, Pommerol, Saint-Emilion. Estos nombres resultan familiares a todos los amantes de los vinos de Burdeos. En el centro de Burdeos se encuentra la Maison du Vin, donde podrá ver un mapa de las rutas del vino y hacer un cursillo de «oentologie», la ciencia de la elaboración del vino.












