ATENCIÓN: el recorrido es bastante largo y principalmente peatonal, apto para aquellos a los que les gusten los largos paseos.
La villa fue fundada en 1835 gracias al Papa Gregorio XVI, de quien más tarde recibió el nombre. La historia es la siguiente. Había una pequeña ciudad a orillas del río Anio. El río estaba bastante crecido y las inundaciones anuales causaban muchos problemas a la ciudad. Después de otra inundación en 1826, que no sólo destruyó muchos edificios sino que también se cobró muchas vidas, el Papa Gregorio 16 emitió una orden.
Según ésta, de 1832 a 1835 el cauce del río se dividió en tres ramales separados, cada uno de los cuales se encerró en un túnel. El agua que salía de los túneles entraba en el desfiladero y sus corrientes formaban numerosas cascadas. Las obras se llevaron a cabo bajo la dirección del arquitecto Clemente Folca.
La Villa Gregoriana es bastante conocida por su mayor cascada. Su altura alcanza los 120 metros. Y a pesar de que hoy en día no está ni de lejos tan llena como antes (debido a una central eléctrica construida río arriba), sigue siendo impresionante. Otros atractivos de la villa son la Gruta de Neptuno y la Gruta de las Sirenas. También destaca la Galería de Miollis. Se trata de un pequeño túnel excavado en la roca en 1809 por el gobernador de Roma, el general Miollis.
Digno de mención es el antiguo templo de Vesta, cuyos restos se encuentran en el territorio de Villa Gregoriana. El templo fue descubierto y restaurado por primera vez en el siglo I a.C. por Lucio Gellio, juez de Tibur. Más tarde, el templo se convirtió en una iglesia cristiana. Pero a finales del siglo XIX el templo de Vesta fue devuelto a su aspecto original.
La visita se realiza con o sin almuerzo (el restaurante NO está incluido en el precio de la visita)
Todos los días excepto: Lunes, 25 de diciembre, 1 de mayo, 1 de enero












